La piel es el órgano más grande de nuestro organismo, y como cualquier otro, requiere atención y cuidado.
Hablar de la piel en muchos casos es hablar del sol. Es imposible esconderse de su luz y tampoco deberíamos, pero como en todo, el daño está en la dosis. La piel utiliza los rayos solares para fabricar vitamina D, indispensable para la formación de los huesos.
Tomar un poco de sol diariamente es muy beneficioso para la salud, sin embargo, si nos exponemos excesivamente a los rayos ultravioleta, estos pueden ser muy perjudiciales porque queman la piel y, con el tiempo, pueden reducir su elasticidad y causar que una persona envejezca prematuramente.
Cuando nos tiramos al sol para broncearnos, la excesiva exposición a estos rayos solares hace que la piel produzca más melanina y se oscurezca. Digamos que es un mecanismo de defensa por más que sintamos que nos vemos divinas cuando estamos “quemaditas”. Con los días, el bronceado desaparece a medida que estas células llegan a la superficie y se caen. Pero el daño está hecho.
La exposición excesiva a los rayos ultravioleta o UV puede causar verdaderas quemaduras. Estos penetran a las capas más profundas de la piel y tienen la capacidad de dañar o matar las células.
El nivel de producción de melanina es variable de persona a persona y también tiene que ver con el color de la piel, pero la realidad es que todos debemos protegernos con un bloqueador solar adecuado (en general, los dermatólogos recomiendan uno con SPF 30), limitar el tiempo de exposición y restringirlo a cierto horario.
Lo más aconsejable, según los médicos dermatólogos, es evitar las horas en las que el sol cae de forma perpendicular. Es decir, no asolearnos antes de las 10 de la mañana o después de las 4 de la tarde.
Hay que verlo de esta manera, exponerte al sol es exponerte a la radiación. Esa es la razón de que la exposición frecuente y prolongada a los rayos ultravioleta durante muchos años, sin la protección adecuada, es causa de manchas, arrugas y, en última instancia, cáncer en la piel, lo que no debe tomarse a la ligera.
Por eso, los dermatólogos recomiendan utilizar bloqueador solar diariamente, no solo aplicarlo solamente cuando te tiras en la playa.
¿Debo protegerme igual en un día nublado?
Por extraño que parezca, sí. En los días nublados el sol afecta de igual manera, ya que la radiación ultravioleta traspasa las nubes. Según un estudio de la Universidad de Texas, 90% de los rayos UVA llegan a nosotros en un día nublado y pueden causar quemaduras.
No lo olvides, tomar el sol con responsabilidad es un hábito saludable e inteligente que debes seguir todos los días, no solamente cuando estás de vacaciones. Hacerlo evita el envejecimiento prematuro, las manchas y, sobre todo, el cáncer. Disfruta el aire libre y la luz del sol, pero toma las medidas necesarias para protegerte.